
Desmitificando el caso de las “agujas contaminadas” del Carnaval
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El carnaval ha terminado, pero siguen circulando en los medios y en las redes sociales noticias de personas atacadas con agujas por desconocidos en medio de los festejos.
Los primeros artículos que circularon este año sobre el tema fueron serios e informativos. Informaban sobre el número de casos registrados, los lugares donde ocurrieron y aconsejaban a las víctimas que buscaran profilaxis postexposición (PEP), una medida eficaz de prevención del VIH.
Hasta ahora, todo iba bien. Incluso había decidido no escribir sobre el tema, ya que este tipo de incidentes son comunes todos los años y la estrategia que había adoptado hasta el momento para abordar el problema era adecuada.
Sin embargo, no tardó mucho en empezar a circular artículos sensacionalistas y estigmatizantes, por lo que decidí utilizar este espacio para ayudar a combatir la propagación de conceptos erróneos y desinformación.
Mi indignación empezó cuando leí el titular de un importante portal de noticias brasileño: “La famosa Banda de los Estampadores aprovecha la distracción de los asistentes a una fiesta para infectarlos con agujas contaminadas, la mayoría de las veces con VIH, el virus del SIDA”.
En ese momento tuve un flashback y terminé nuevamente en el año 2015.
Ese año, un programa de televisión brasileño de gran audiencia transmitió una lamentable historia que decía que en Brasil existía una pandilla llamada “Clube do Carimbo” formada por personas que vivían con VIH/SIDA que supuestamente transmitían su virus al resto de la población de forma sistemática e intencional.
Las repercusiones de este informe en su momento fueron desastrosas. Inclinó a una parte de la opinión pública contra las personas con VIH/SIDA, considerándolas criminales y peligrosas. Con esto, alimentó la ya generalizada serofobia, un sentimiento presente en el sentido común brasileño de estigma, aversión y discriminación contra las personas con el virus.
La crueldad existente tanto en 2015 como en 2024 radica en que los artículos utilizan la serofobia como plataforma para aumentar la interacción. Una especie de clickbait que agrava la estigmatización que históricamente ya pesa sobre más de un millón de brasileños que viven con VIH/sida.
Recuerdo una vez el año pasado cuando le dije a un taxista que era especialista en enfermedades infecciosas y trabajaba con el VIH. Su comentario fue: «Con esos sellos ahí, la epidemia del VIH nunca acabará». Esto fue ocho años después de que se emitiera la noticia del «Club del Sello», y aun así, este hombre seguía pensando en ello.
La fórmula de estas historias es simple. Primero, se crea un personaje monstruoso para amenazar a la población. Luego, la gente asustada hace clic en la historia para saber más sobre la supuesta tragedia en curso, aumentando así la audiencia del canal.
En estos informes, sin ninguna investigación ni certeza, los periodistas afirman que las jeringas y agujas utilizadas en el ataque estaban contaminadas con sangre de personas VIH positivas y que estos individuos actuaron de forma organizada, como una pandilla. Una serie de suposiciones que no buscan informar, sino sembrar el pánico.
Me pregunto si en todos estos incidentes hubo de hecho algún riesgo real de transmisión del VIH o si el incidente no fue más que un bromista de mal gusto con un objeto afilado que se estaba divirtiendo alimentando una leyenda urbana que siempre termina en la portada del periódico.
Es importante señalar, sin embargo, que una herida por pinchazo de aguja que contenga sangre infectada con VIH es, de hecho, una vía de transmisión de este virus. Sin embargo, para que esta transmisión sea efectiva, la sangre de la jeringa tendría que haberse recolectado poco antes de que la víctima fuera pinchada. Además, la fuente de sangre no podría haber estado en tratamiento antirretroviral para que el virus fuera detectable.
Por lo tanto, al analizar los hechos a la luz del conocimiento científico, la historia de la llamada "Banda de los Estampadores" resulta algo improbable. O quizás, la obra de un psicópata.
Dado que sabemos que, si bien hay pocos psicópatas por ahí, si un extraño le pincha con una aguja, busque atención médica para evaluar la necesidad de PEP.
Si eres periodista, piénsalo dos veces antes de escribir una historia sobre un supuesto complot de personas con VIH para infectar el planeta. Y jamás compartas esas historias, ya que esta leyenda podría tener repercusiones muy negativas para muchas personas en Brasil.
*Texto publicado originalmente en la sección VivaBem de UOL.